1) El fomento de la Industria en la Argentina del siglo XIX 

Hacia fines del siglo XIX en Argentina, si bien existían cursos  prácticos y profesionales, estos no contaban con una complejidad y  extensión comparable con la de las Escuelas Normales y/o Comerciales.  Los beneficios de la explotación agrícola desplazaban la importancia  otorgada a la industria y sus implicancias en la economía nacional. Aún  así, desde diversos sectores se mencionaba la importancia de incluir la  industria en el país. En la Constitución Nacional de 1853 en su artículo  67, inciso 16, consideraba como uno de los objetivos del Poder  Legislativo, la promoción de la industria y de acuerdo a los atributos que  ejercen las Cámaras, establecen los derechos de importación de manera  uniforme. Años más tarde, durante la crisis y depresión de fines de la  década de 1860, desde algunos sectores se alzan voces en oposición a la  dependencia de los mercados europeos, influida por la liberalidad de las  leyes económicas. Por otra parte, estos sectores elogiaban la incipiente  industria nacional como medio de transformación económica para el país.  Un caso ejemplar es el de Vicente Fidel López quien “el 27 de Junio de  1873 está presente en la Cámara de Diputados y al solicitar la palabra,  pronuncia un discurso que puede considerarse la declaración del  movimiento proteccionista: “Fomentar la industria es lo único que puede  traernos la verdadera transformación orgánica de nuestro país…8 

Podemos contar con un panorama del estado de la industria en  nuestro país a través de los datos históricos del Club Industrial, el cual se  establece en Buenos Aires en 1875. Entre las actividades que en ese año  realizaban los socios, “prevalecían los que se dedicaban al ramo de sastrerías y  camiserías con 25 socios; había 23 socios para el r amo de talleres, entre los que se  encontraban talleres mecánicos, herrerías, hojalaterías, tipografías y litografías, 11 carpinterías, mueblerías y fabricantes de carruajes, 7 zapaterías y talabarterías; 7  confiterías y elaboradoras de licores, 4 fábricas d e cigarros y una fábrica de papel9.  Progresivamente las condiciones de la industria se van modificando y, en  una estadística confeccionada por la Unión Industrial en 1889 con el  objetivo de remitirla a la Exposición Internacional de París se presentan  los datos referentes a 400 establecimientos situados en la Ciudad de  Buenos Aires. Estos ocupan la mano de obra de 11000 obreros, poseen un  capital superior a los 10 millones de pesos m/n y tienen instalada una  potencia mecánica por encima de los 1500 HP. Es decir que con el apoyo  de las leyes diversas comienza a prosperar una industria incipiente aún: la  década de 1880 señala el establecimiento de las primeras plantas modernas  procesadoras de productos cárnicos, cerveza, curtiembre, cal, jabón,  mosaicos, velas, yeso, etc. En esa década, la inmigración implica el ingreso  de unas 850000 personas.  

En 1895 se realiza el segundo Censo Nacional, el cual abarca todas las  regiones de la República desde diferentes aspectos sociales y económicos.  En cuanto a la actividad industrial se detalla que los establecimientos  censados alcanzan a 23000 con 170000 personas ocupadas a los que se  agregan 35000 como personal dedicado a tareas agrícolas vinculadas a las  industrias elaboradas como la azucarera y vitivinícola. El capital invertido  supera los quinientos millones de pesos y la fuerza motriz incorpora los  60000 HP. En estos establecimientos El 85% de los propietarios de los  establecimientos industriales son de nacionalidad extranjera, el resto de  los argentinos. Los saladeros instalados son 39, de estos: en 16 sus  propietarios son argentinos y 23 de origen extranjero y representan los  últimos, las empresas más importantes. El 90% de las personas extranjeras  establecidas en el país se encontraban radicadas en la Capital Federal,  Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe mientras que en las provincias más  alejadas de los centros migratorios la cifra se invierte. En dicho Censo se  especifica la oferta educativa secundaria, la cual contaba con 18 Colegios  Nacionales, 27 Escuelas Normales, 3 Escuelas de Enseñanza Especial, 1  Escuela de Minas, 1 Instituto de Sordomudos, establecido en Capital  Federal en 1885 y 1 Escuela Nacional de Comercio.  

Ilustración 2: foto del archivo del Museo Tecnológico Ing. Eduardo Latzina  

Juan Carlos Tedesco argumenta que el papel de la industria, antes de  1930, no debe subestimarse en tanto que existían establecimientos de  magnitud considerable en los cuales el personal era de origen  predominantemente extranjero, adiestrados en el trabajo y en condiciones  de integrarse rápidamente al proceso de crecimiento operado a partir de la  crisis del año 1930. 10 Un elemento fundamental, al proyectar la educación técnica, estaba puesto en el extranjero. Durante la Presidencia del Dr.  Carlos Pellegrini, en 1892, el Ministro de Instrucción Pública Dr. Juan  Balestra, llevó a la discusión pública las palabras de Juan Bautista Alberdi  en cuyas “Bases” incitaba a “educar a nuestra juventud en la vida industrial par a  lo cual debía instruirse en las ciencias y artes auxiliares de las industrias…”. Si  bien la cita refiere a “nuestra juventud” debe entenderse que el sujeto  pedagógico de Alberdi corresponde al europeo inmigrante y no a la  población originaria y criolla de las Provincias Unidas del Río de la Plata.  En la Memoria del Ministerio de Instrucción Pública al Congreso de la  Nación de 1892, Balestra sentencia: “…Formad en la sociedad una clase trabajadora ilustrada que sea ejemplo vivo de los resultados de la instrucción técnica  y habréis hecho la propaganda más eficaz entre el pueblo sobre la necesidad de llevar  el niño a la Escuela. Con la instrucción clásica presentaréis a las clases intelectuales  el modo de ampliar su ilustración; con la “instrucción técnica” el modo de hacer  útiles los conocimientos. De uno y otro modo prestigiareis y haréis cada vez más  necesaria la instrucción primaria, que es el antecedente necesario de todas las  otras…11 De esta manera, enfrenta la instrucción técnica a la instrucción  clásica (académica) en posición dicotómica y excluyente.  

2) Organización del Sistema Educativo. El papel de la Educación  Técnica como anexa a los Colegios Nacionales  

En la organización del Sistema Educativo, en la segunda mitad del  siglo XIX, se comienzan a anexar a Colegios Nacionales, departamentos  cuyo objetivo estaba puesto en la enseñanza técnica: Minería (1869) y  Agronomía (1870). En la Ciudad de Buenos Aires, en 1897, se crea el  Departamento Industrial 12 anexo a la Escuela de Comercio por iniciativa  del gobierno nacional, bajo la dirección y organización de Santiago H Fitz  Simón (Director de la Escuela Nacional de Comercio) y la colaboración del  ingeniero francés D´Alfonso Fremond, quien fue designado director  técnico. Un año más tarde, la dirección del Departamento será ocupada  por el Ingeniero Otto Krause 13. Este anexo surge luego de la presentación  del Dr Antonio Bermejo, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública  durante la Presidencia de José Evaristo Uriburu, en la sesión de la Cámara  de Diputados el día 30 de Diciembre de 1897. José Evaristo Uriburu,  Presidente de la Nación, en su mensaje a la legislatura inaugurando el  período de Sesiones de 1897, comenta: “… se ha fundado un establecimiento de  enseñanza industrial; “se ha organizado la Escuela de Minas, la de Enología y  Vitivinicultura y la Escuela de Pilotos. Todas esta s medidas responden al propósito  que el PE ha perseguido un empeñoso afán, de abrir nuevos rumbos a la actividad  intelectual de nuestra juventud, erróneamente preocupada, hasta ahora, de asegurar  su porvenir exclusivamente en las carreras universitarias”. Y continúa: “ninguna  discusión referente a las carreras útiles de la vida, puede suscitarse en el presente,  sin un reconocimiento amplio de los títulos que par a nosotros tiene la enseñanza  industrial; y, si consideramos que casi todas las iniciativas y la mayor parte de los  trabajos son dirigidos por la ciencia, se hace indispensable dar a esta enseñanza el  lugar preferente que le corresponde en todo sistema de educación nacional…” Luego  de otros conceptos relativos al mismo tema, termina diciendo: “El  departamento industrial proporcionará una enseñanza científica y especial – teórica y  práctica – y preparará más tarde industriales inteligentes, jefes de talleres y fábricas,  directores de obras públicas, dibujantes y maquinistas instruidos. Además, la  instrucción que allí se recibe, constituye una excelente base para emprender los  estudios de ingeniería, agrimensura y arquitectura 14. Uriburu, en estos  argumentos, menciona el rol de la educación industrial secundaria como  facilitadora de la formación Superior, en especial sobre las carreras afines.  Ahora bien, son más fuertes aún los argumentos sobre el valor en sí de  esta formación.  

Ilustración 3: Clase en la Escuela Industrial de la Nación a principios de siglo XX del archivo del  Museo Tecnológico Ing. Eduardo Latzina  

Los requisitos de admisión que tenía el Departamento Industrial eran,  tener por lo menos catorce años de edad, comprobada con la partida de  bautismo o el certificado de dos personas conocidas. Tener buena salud y  buena conducta, lo que se comprobará con certificados satisfactorios. Ser  aprobado en examen de ingreso que versará sobre la lectura, escritura,  gramática, aritmética, historia y geografía, con la misma extensión que se da a estas materias en el primer año de la enseñanza técnica, el Ministerio  de Instrucción Pública otorgará un diploma de competencia habilitándolos  como directores de talleres, capataces industriales, etc., según el mérito de  las pruebas dadas por el estudiante. Créanse para l a Escuela Industrial  becas del valor de treinta pesos mensuales cada una, que serán distribuidas  por el Ministerio de Instrucción Pública entre los alumnos más  distinguidos. Se determina que la Dirección de la Escuela Nacional de  Comercio queda encargada de proyectar los programas y reglamentos  general e interno, según las cuales se ha de dar la enseñanza en este  Departamento sometiéndolos a la aprobación del Ministerio de Instrucción  Pública. Argumentando sobre la partida solicitada para el Departamento,  Antonio Bermejo argumenta: “Ya que el movimiento industrial en la Capital y  en las provincias en general toma tanto desenvolvimiento, convendría preparar los  elementos para educar los niños que mañana han de ser directores de talleres o jefes  de establecimientos industriales” 15. La formación brindada estaba orientada a  las especialidades de Química industrial, de Mecánico industrial, de  Electricista Industrial o de Maestro Mayor de Obras.  

En el año 1898, Otto Krause se hace cargo de la dirección del  Departamento, confeccionando el plan que sería aprobado el 10 de  Octubre de 1898 y en cuyos objetivos se puede leer: “Que el objeto principal  de este Instituto es formar hombres capaces de fomentar las industrias del país, y  conviene a este objeto dividir la enseñanza teórica – práctica que en él se suministra  especializándola de acuerdo con las inclinaciones d e los estudiantes y las exigencias  técnicas de esta clase de profesionales”. Luego, en 1899, el Departamento se  independiza, transformándose en la primera Escuela Industrial de la  Nación, suscribiendo el Decreto el presidente de la Nación, el General  Julio Argentino Roca y el Ministro de Instrucción Pública, Dr. Osvaldo  Magnasco. Este decreto también designa como Director al Ingeniero Otto  Krause. Las referencias del Director hacia la función de la Escuela, se  basan en la formación del técnico: “Las Escuelas industriales como  establecimientos de enseñanza complementaria, están destinadas a la formación de  industriales prácticos en las especialidades que surgen naturalmente de los diferentes  procedimientos conocidos para la elaboración de la materia bruta, transformándola en  objetos útiles” y también: “…El tecnicismo debe tener siempre como base, en estas Escuelas los procedimientos elementales de las ciencias, a fin de que los alumnos que  salen de las Escuelas graduadas puedan fácilmente y en poco tiempo asimilarlo…”.  En el primer año de la Escuela Industrial, la enseñanza es estructurada  en base a tres especialidades: En “Química”, en “Mecánica”, en “Maestro  Mayores de Obras”. Cada una de ellas duraba 6 años. Las tres  especialidades presentaban las siguientes similitudes: en el área del saber  humano y social se enseñaba Idioma Nacional, Caligrafía y Francés en  Lenguaje y Ciencias Socio-Culturales, Historia y Geografía; en el área del  saber matemático: Matemática y Geométrica Descriptiva combinada junto  con Dibujo Lineal; en el área estética: Dibujo a pulso. Comparando estas  tres áreas de saber con áreas de enseñanza ya consideradas en planes de  estudio de otras modalidades no se tenían en cuenta las áreas de saber  filosófico-moral y ejercicios físicos. El área de enseñanza técnica en las tres  especialidades era la que poseía mayor cantidad de materias y mayor  asignación horaria 16. Las crónicas de la época dan cuenta de una respuesta  favorable a la creación de Escuela. En el Diario “La Nación” se expresaba:  “La creación de la Escuela Industrial resuelta por decreto de ayer, con el objeto de  dar mayor amplitud a la que funciona anexa a la Escuela Nacional de Comercio, es  una medida bien inspirada que favorecerá el desarrollo de una institución útil, que  en un país productor y comercial por excelencia, debe alcanzar gran importancia.  Hay que hacer lo posible para infiltrar en la población nacional tendencias y  aficiones contrarias a las predominantes actualmente, como un medio de combatir la  empleo-manía que resulta una plaga, una verdadera calamidad”. Este hecho, en el  Diario La Prensa, se describía: “Este trabajo práctico que se inicia, brinda ya  una ocasión muy propicia para formar programas que interpreten las aptitudes de  nuestro pueblo, la calidad de nuestras producciones y la variedad de nuestros climas,  haciendo extensivos sus beneficios, en cuanto sea posible, a todas las regiones lejanas  de la capital”.  

Rápidamente la concurrencia de nuevos alumnos a la Escuela  industrial aumenta: 1897, 25 alumnos; 1898, 78; 1899, 92; 1900, 104 y en  1901, 175 alumnos. Su función es destacada, incluso, desde sectores  opositores al gobierno de Roca. Carbó, en sus argumentos de rechazo de la  reforma educativa del Roquista: “… la Escuela técnica industrial de la Capital,  que fue fundada por el doctor Bermejo como anexa a la Escuela de Comercio, que tuvo sus grandes dificultades para vivir: no podía atraerse a los jóvenes para que  siguieran esa carrera, aquí en donde están todas la s industrias del país, no había  candidatos, y el gobierno se vio en la necesidad de crear becas para que los jóvenes  fueran a la Escuela industrial.  

En la actualidad la Escuela ha sido separada de la Escuela de Comercio, se le  ha dado vida propia por un decreto, digno de aplauso, del señor ministro Magnasco;  se ha conseguido ya que se establezca una corriente de entrada a ese instituto, que  hoy presenta más de cien alumnos. He tenido el placer de visitarlo, de ver trabajar a  los alumnos en los talleres y, al mismo tiempo, la clase de enseñanza que se le da;  clase de enseñanza que no se le podía dar en ninguna de las provincias a los niños  que salieran simplemente de las Escuelas primarias, aunque hubiera cursado el sexto  grado, siempre sería necesario tomar a los jóvenes salidos de los cursos de la segunda  enseñanza. Aquí, en el establecimiento, es cierto, que hay jóvenes que sólo han  recibido la enseñanza de la Escuela primaria; pero sus deficiencias para seguir  regularmente los cursos son notorias, como lo prueban los resultados de los exámenes,  y que se pueden calcular también con sólo examinar los programas que presentan  materias y desarrollos muy superiores a la capacidad que pueda tener un niño salido  de la Escuela común.  

Estas Escuelas son las que van a producir ventajas para el comercio y para la  industria; pero sus programas no son tan sencillos como los proyectados para las  Escuelas industriales, por el Poder Ejecutivo; sus cursos generales duran cuatro  años, aparte de otros cursos especiales, que tiene una duración, cuando menos, de dos  años, como el curso para formar químicos industriales, que tanta falta nos hace;  mecánicos inteligentes, constructores, etcétera; todo eso se podrá formar en esta  Escuela. Pero ¿habría alguna localidad en la República susceptible de tener una  Escuela de esta clase? La respuesta negativa se impone. Sin embargo, lo repito, no es  esa la Escuela industrial proyectada por el Poder Ejecutivo, es mucho más  elemental” 17.  

3) Plan de Instrucción General y universitaria. Proyecto  educativo Roca – Magnasco. 

En la Introducción a “La Educación Industrial” informes sobre la  Educación Industrial en los Estados Unidos de Norte América y países europeos, publicados en inglés bajo la dirección del Carrol Wright,  Estanislao Zeballos hace un análisis de la situación de la Educación  Técnica en Europa y Estados Unidos donde la educación giraba en torno  de la Agricultura. Zeballos identifica ventajas absolutas en tanto que cuenta  con suelo rico, a veces exuberante y por proximidad a los mercados  europeos por la vía directa y simplemente marítima de fletes reducidos, la  República Argentina, tiene las mayores ventajas sobre los otros mercados  productores de América, Australia, la India e islas oceánicas. “las  desventajas argentinas, con relación a Norte América, Australia e India Inglesa,  son, por fortuna, simplemente relativas, o de tal naturaleza que la acción del  individuo y del Estado pueden eliminar. Ellas son, en efecto, con relación  especialmente a Norte América y colonias inglesas: 1º baratura y abundancia del  capital; 2º educación técnica creciente del productor; 3º baratura y organización  eficaz del servicio de transportes; 4º desarrollo local de las industrias  transformadoras de la producción; 5º organización comercial que disminuye los gastos  de producción; 6º material mecánico ingenioso, abundante y barato; 7º acción  protectora y constante del Estado sobre planes equitativos, que concilian todos los  intereses más elevados de la economía pública. Obtener estas ventajas relativas,  sería, para la República Argentina, cuestión de veinte años de vida de reparación,  unidas la acción del individuo y del Estado en el propósito trascendental, de  completar el teatro productor favorecido por la naturaleza, con las conquistas  humanas. Entonces, la agricultura argentina se apoyaría sobre las bases más sólidas,  para predominar en los grandes mercados consumidores: la naturaleza privilegiada y  la acción humana llevada a sus últimos perfeccionamientos morales y materiales” 18Tomando el modelo Europeo y Norteamericano, esta propuesta establecía  el eje en la producción Agrícola.  

Ese mismo año se presenta al Congreso un Plan Orgánico de  Educación Nacional propuesta por parte de J. A. Roca y su Ministro de  Justicia e Instrucción Pública, Osvaldo Magnasco. En el mismo se  consideraba que la enseñanza primaria debía ser cursada en 6 grados,  divididos en enseñanza primaria inferior (1º a 2º grados), media (3º y 4º  grados) y superior (5º y 6º grados). Con respecto a la enseñanza  secundaria, la misma se dividía en general (4 años de estudios) y especial  preparatoria para la Universidad (3 años). Este plan se eleva el 5 de junio  de 1899 con el nombre de “Plan de Instrucción General y universitaria”. Los  criterios que inspiran el plan responden a los “más empeñosos propósitos” del  Poder Ejecutivo: “imprimir a la enseñanza las direcciones prácticas que el  problema de la educación y la índole de nuestro país exigen19. En los argumentos  del Ejecutivo, se establece una diferenciación entre la enseñanza moderna,  científico-utilitaria, dirigida a la masa cívico-productiva de la sociedad,  mientras que la formación clásica tradicional se dirigía a la elite dirigente:  “El trabajo industrial y agrícola, aparte de su virtud poderosamente educativa, debe  hallarse, pues, como elemento esencial en nuestro plan de enseñanza común, para  servir al fomento y progreso de un país que, como el nuestro, tendrá siempre que  sobresalir por la variedad y la clase de su producción primaria o derivada. En este  género de trabajos se hallará la mejor fuente de la riqueza particular y pública, así  moral como material, porque infundirá hábitos de labor, acostumbrará  provechosamente nuestro suelo y perfeccionará y abaratará nuestra producción […]  Lo que conviene ahora es fomentar el gusto y las inclinaciones por ese género de  tareas, haciendo carne en el espíritu de la población nativa la conciencia de la  aplicación, de ensayo y de investigación20.  

Ilustración 4: Estudiantes de las Escuelas Raggio en las décadas del 20 o 30. Material  disponible en el Museo Archivo Tecno-Educativo Lorenzo Raggio.

  

El proyecto de Roca proponía la transformación de los Colegios  Nacionales en institutos prácticos de Artes y oficios, agricultura, industria,  minas, comercio, etc. según las particularidades de cada localidad y su  transferencia a las provincias con subsidios del Estado Nacional para  garantizar su funcionamiento, así como también las Escuelas normales de  maestras o mixtas. Mantendrían, en cambio, su finalidad tradicional y la  dependencia del Estado Nacional los cuatro Colegios Nacionales de la  Capital Federal; en el Norte, el Colegio de Tucumán; en Cuyo, el de  Mendoza; en el centro, el de Córdoba; y en el Litoral, los Colegios de  Uruguay y Rosario. Uno de los objetivos buscados era transformar la  nación de su rol consumidor hacia uno de producción industrial. En  palabras de Magnasco el proyecto tenía por objetivo crear: “Escuelas  prácticas para resolver, o afrontar al menos, el triple problema: social, de la  orientación de nuestras generaciones por los rubros del trabajo; político,  para realizar la fórmula de Alberdi, el aquietamiento de las ambiciones por  la industria, que es el calmante por excelencia; y económico, para encauzar al  fin la producción nacional, fuera de las corrientes de la rutina en que hoy  por regla general se encuentra” 21.  

El proyecto se debate en la Cámara de Diputados, apareciendo en el  Diario de Sesiones entre el 19 y el 25 de Septiembre de 1900. La oposición  más fuerte tiene como principales voceros a Carbó y Castellanos quienes  argumentan que el plan no tiene por objetivo contener la masa popular  sino derivarla hacia canales de “enseñanza moderna clásica” y dicha  derivación estaría determinada por privilegios. Carbó destaca que la  enseñanza clásica “…va mucho más lejos siempre, tiene mayor fuerza, está mejor  preparado su espíritu para las grandes concepciones; de suerte que aún, en este orden  de ideas, cuando se establece la comparación del punto de vista del comercio, de la  industria, tiene siempre una superioridad inmensa l a enseñanza secundaria  “desinteresada” sobre la enseñanza práctica, empírica, y no es, por consiguiente,  aceptable el proyecto de sustitución desde ese punto de vista.” 22. Finalmente,  Albergucci destaca entre los argumentos de la oposición que se la Nación  estaría siguiendo el camino inverso de desarrollo en tanto que sólo los  pueblos que los necesitan y por iniciativa de los gremios comerciales e  industriales, son los que pueden indicar la necesidad de crear Escuelas.  

…porque son ellos los que sienten la necesidad de tener aprendices, obreros y  dependientes con tales o cuales habilidades, y cuando han sido artificialmente creadas  por el gobierno, esas iniciativas han fracasado, porque es una regla de economía  política que las Escuelas no hacen nacer las industrias, sino al revés, que son las  industrias las que hacen nacer las Escuelas” 23 

4) La sobrepoblación en la Escuela Industrial motivó la creación  de la Escuela Industrial Oeste  

El proyecto de Magnasco finalmente es rechazado como rechazados  fueron otros intentos de generar caminos alternativos para la formación  técnica como el de Gauchón o el de Saavedra Lamas. La oposición al plan  no sólo tenía lugar en el Senado, sino también en otros ámbitos sociales:  en la Revista Caras y Caretas se hacía referencia a la propuesta convertir  los colegios nacionales en Escuelas industriales: “pronto veréis lectores / lucir  de las virutas fulgores / y de las letras apagarse el brillo / pues sólo habrá doctores  / de serrucho, de escoplo y de cepillo” 24. Si bien los intentos de reformas  estructurales no se lograban establecer, la matrícula de la Escuela  Industrial crecía exponencialmente desde su fundación. En poco tiempo, el  cupo de admisión llegó al máximo y los que no lograban entrar, debían  recurrir a la docencia particular la cual era costosa y sin comprobación de  mérito académico. Desde la propuesta oficial, en lo referente a la  formación técnica, sólo se generaron algunas propuestas pequeñas de  formación profesional. En 1908, por ejemplo, funcionando dentro de la  Escuela Industrial de la Nación, se anexa la Escuela Complementaria  Industrial para Obreros y Aprendices en la cual ingresaron 215 alumnos en  el primer año de funcionamiento. Más allá de estas propuestas, no se  organizaron otras Escuelas Industriales hasta 1931, año en el que se funda  por decreto del 24 de Noviembre, por el cual se designó al Ingeniero  Pedro Torre Bertucci como encargado de organizar los cursos lectivos  para Marzo de 1932 en lo que sería la Escuela Industrial de la Nación  Oeste 25 (EINO). En una publicación realizada con motivo del 75º aniversario de la Escuela se describe que la creación de la EINO surgió en  repuesta a protestas y movimientos de prensa que exigían la apertura de  nuevos espacios de formación industrial. Durante el primer año, en la EINO comenzó a funcionar con 254 alumnos que se distribuyeron en 7  divisiones. Más tarde, por superior decreto del 17 de febrero de 1938,  suscripto por el entonces Presidente General Agustín Pedro Justo y  refrendado por el Ministro de Justicia, Dr. Jorge de la Torre, le fue  conferida igual categoría que a la Escuela Industrial Otto Krause.  

5) Labor de la Sociedad de Educación Industrial. Intervenciones  privadas para el fomento de la Educación Técnica 

A principios de 1900 surgía otra propuesta educativa a partir de la  iniciativa del doctor Norberto Piñero, y vinculada a la Sociedad de  Educación Industrial. Esta Sociedad, desde su fundación, pretendía  brindar una formación a la masa trabajadora, los obreros. Según las  memorias firmadas por el propio Piñero, esta población no recibía la  enseñanza práctica sistemática necesaria ya que, la Escuela Industrial de la  Nación existente en la Ciudad de Buenos Aires, tenía una orientación más  académica. Piñero promulgaba la intervención del sector privado en la  educación de la población. Expresaba: “No debe la sociedad confiar todo a los  gobiernos; ya que los industriales obtendrían ventajas grandes con su propia  colaboración para preparar obreros útiles”. En el primer enunciado de la  Sociedad se desarrollo la necesidad de crear Escuelas de Enseñanza  Práctica Técnica y Profesional y Museos de Arte Industrial. Estos  elementos se presentaban como formas de cooperar a la solución del  problema económico y del problema educacional como medio de mejorar  las clases inferiores y salvar a una buena parte de la población nacional de  una decadencia que de otra suerte sería inevitable 26. La Sociedad recibió  adhesiones de industriales y que, aunque en número reducido, colaboraron  con la causa.  

El apoyo de la Municipalidad de la Ciudad, permitió que se empezara a  establecer en 1901, la primera Escuela de la Sociedad en un terreno municipal en la calle Salguero y Lavalle. Los pabellones que hoy  conforman el edificio se fueron construyendo progresivamente. Para poder  abrir el curso, se completó rápidamente y de los 50 necesarios, se logró  inscribir a 72 estudiantes de la primera Escuela de Aprendices Mecánicos y  Electricistas, teniendo como primer Director a Ernesto Scanavino quien fuera estudiante en la Escuela de Mecánica de Glasgow. La enseñanza  impartida en esta institución era fundamentalmente práctica y de acuerdo a  las industrias existentes en el país. Más allá de l as pretensiones, los  programas no podían superar la dialéctica Teoría – Práctica, dando como  resultado programas frondosos. La Sociedad de Educación Industrial  concluía en que si lograban formar Técnicos con la fuerza de trabajo  necesaria para el desarrollo de sus actividades, esto llevaría aparejada el  apoyo monetario de las industrias beneficiadas. Esto ocurrió, pero en un  porcentaje poco representativo. La iniciativa era principalmente subsidiada  por el Gobierno Nacional y Municipal.  

Esta institución, en 1948, incluía catorce Escuelas de Mecánicos  Electricistas y Motoristas, seis de Dibujo (Arquitectura, Decorativo, de  Máquinas, Perspectiva y Proyecciones de luz y sombras, Construcción  Naval, Dibujante proyectista de Construcción Naval), Química Industrial,  Constructores de Obras Sanitarias y Hormigón Armado, industrialización  del petróleo; Muebles, Libros, Máquinas, Útiles. En ese año, el Edificio ya  contaba con tres cuerpos, seis talleres, cinco laboratorios y cuatro  gabinetes 27. La Institución ya había logrado resistir con una importante  merma del subsidio gubernamental y la exigencia de sueldos altos por  parte del estatuto del docente privado, pero finalmente en 1948, la  institución cuenta con un déficit de $264811,90 por lo cual se decide  transferir la Escuela al Estado. La misma queda bajo dependencia de la  Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional. Con  trasformaciones intermedias, esta institución se ha convertido en la  Escuela Técnica Nº 30 “Norberto Piñero” y forma “Técnicos Electromecánicos”,  “Técnicos Químicos” y “Maestros Mayores de Obras” 

La propuesta de Piñero está íntimamente relacionada con el proyecto  de Escuelas Intermedias que no llego a concretarse en 1916 siendo presidente Victorino de la Plaza. La educación temprana en un oficio, según Piñero, permitiría al estudiante alcanzar solvencia económica,  salvarlo de perderse en la holgazanería y dotarlos de la capacidad de  concluir siempre con una obra que contenga “un poco de arte y un poco de  gracia”. La Enseñanza Técnica pregonada estaba relacionada con la “excelencia de la adquisición directa del saber, por la observación y por la  experiencia, no excluye los otros medios de aprehender el conocimiento” 28.  

6) La iniciativa de la Familia Raggio y el apoyo de la Municipalidad 

La inclusión de las Escuelas Raggio en este capítulo se debe a que  dichas Escuelas formaron parte importante de la Formación Técnica en la  Ciudad de Buenos Aires y siendo una de las 3 Escuelas Municipales que  nunca estuvieron bajo dependencia del Ministerio Nacional. Estas Escuelas  surgieron por la iniciativa de la Familia Raggio, l a cual donó el edificio, y el  aporte de la Municipalidad de Buenos Aires, proveyendo el terreno.  

Inaugurada por el presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear en el  año 1924, las Escuelas fueron concebidas por la familia Raggio como  Escuelas de Artes y Oficios, donde se albergarían, bajo un mismo techo,  varias disciplinas o especialidades. Esta especie de agradecimiento a la  tierra que cobijó a los inmigrantes, no constituía sólo una donación  monetaria, sino que había una aplicación de experiencias vividas en la Italia oriunda.  

Desde la estructura edilicia hasta las disciplinas brindadas fueron diagramadas por la Familia bajo el modelo de Artes y Oficios europeo29 y se  destinó a la convivencia de Artistas, Artesanos y Técnicos. El edificio  contaba con 2 pabellones totalmente simétricos: uno para varones y otro  para mujeres30. En su arquitectura, tal como se concebía por la corriente de  la Bauhaus, se valorizaba revolucionariamente los espacios verdes para áreas  de expansión y recreativas ya que se consideraba el contacto con la  naturaleza en su valor pedagógico incalculable.  

La formación brindada incluía materias teóricas y l as prácticas se  orientaban a la elaboración de obras simples, funcionales y naturalistas. Las  especialidades con las que comienza a funcionar la Escuela son las de:  Mecánica de Aviación, Herrería Artística y Artesanía Femenina.  

En la actualidad las Escuelas Raggio dependen del Ministerio de  Educación de la Ciudad de Buenos Aires y cuenta con las especialidades de:  “Construcciones”, “Electrotecnia”, Técnicas en Comunicaciones  Publicitarias”, “Industrias Gráficas”, “Orfebrería”, “Industria y Diseño del  Mueble” “Industria Alimentaria”, “Electrónica”, “Mecánica”  

7) La formación de Jardineros en la Ciudad 

En la propuesta educativa ofrecida en la Ciudad de Buenos Aires, es  de relevante importancia la función de la Escuela Municipal de Jardineros  creada por Ordenanza Municipal del 13 de Diciembre de 1912.  

La ordenanza lleva la firma de Humberto Canale. Éste es uno de los  primeros Ingenieros Civiles recibido en el país. Durante el segundo  Gobierno Roquista, Canale se desempeña como Director de Obras Públicas  y la Escuela es una de sus iniciativas. El Ingeniero estuvo muy vinculado  con Luis Huergo y con él se instalaron en la Provincia de Río Negro  dedicándose a la producción de Vinos.  

Ilustración 5: Alumnos de la Escuela de Jardinería compartiendo el pan con sus Docentes en 1916

En el momento de fundación, la Escuela dependía de la Dirección  General de Paseos. La formación brindada se dirigía a formar los Jardineros  necesarios para la ciudad. Como requisito de ingreso, el estudiante debía ser  hijo de empleado Municipal, contar con Cuarto grado aprobado y  certificado de aptitud física31. La Municipalidad, estableció que los  nombramientos públicos para ocupar los puestos de jardinería debían ser ocupados por los egresados de la Escuela.  

La Escuela se estableció en el predio del Jardín Botánico de la Ciudad  que había sido creado por iniciativa de Carlos Thays el 22 de febrero de  1892. En dicho espacio, se desarrollarían objetivos específicos de análisis  científicos, recreativos y paisajistas: «A fin – expresaba en su informe – de  efectuar en aquél plantaciones que ya no podían tener ubicación en el Vivero Municipal por hallarse colmado». El Director del Jardín Botánico  tomaba la función de Rector de la Escuela. En la pl anta docente, se  encontraban los idóneos de la materia que brindaban una formación  eminentemente práctica y con orientación netamente práctica. La  Institución se crea durante la gestión del Ingeniero Agrónomo Benito  Carrasco (1914 – 1916), durante la cual se incorporó al Jardín, además de la  Escuela de Jardineros, la Biblioteca y el Gabinete de Fotografía.  

La Escuela se transfiere a la Secretaría de Educación en el año 1983,  organizándose como Escuela Técnica de nivel Medio. Hoy en día se la  reconoce como Escuela Técnica Hicken siendo la única con la especialidad  de Jardinería en la Ciudad.  

8 Romanelli, J. A. Otto Krause. Pequeña historia de la Escuela Industrial. Buenos Aires,  1987. Pág. 10  

9 Lief, E. V., Colucci, M. Krause cien años después. Buenos Aires, 2008. 

10 Tedesco, J. C. Industrialización y Educación en la Argentina . Buenos Aires, 1977. Pág  20 

11 Romanelli, J. A. Op cit, 1987. Pág 21.  

12 Este Departamento es el primer antecedente de la actual Escuela Técnica Nº 1  “Otto Krause”. En su oferta educativa, cuenta con l as especialidades de “Computación”,  “Electricidad con orientación en Electrónica Industrial”, “Electrónica”,  “Construcciones”, “Mecánica” y “Química”.  

13 Romanelli, J. A. Otto Kause. Pequeña historia de la Escuela Industrial. 2. Buenos Aires,  1991. 

14 Revista CONET. Nº1 – Año Nº 1. Buenos Aires, 1970. Pág. 35 

15 Diario de sesiones Diputados. 30 de Diciembre de 1896. 

16 Terren de Ferro, D. Historia de la Instrucción Pública en la Argentina. 1898 – 1916.  Buenos Aires, 1985. 

17 Citado en Albergucci, R. H. Op. Cit. 2000. Pág 605 

18 Zeballos, E. Prólogo a: La Educación Industrial. Informes sobre la Educación Industrial  en los Estados Unidos de Norteamérica y países euro peos, publicados en inglés bajo la dirección del  Sr. Carrol D. Wright. Buenos Aires, 1899. Pág 27. 

19 Diario de Sesiones de Diputados. 5 de junio de 1899. Pág. 112  

20 IDEM. 

21 Diario de Sesiones de Diputados. 22 de septiembre de 1900.  

22 Albergucci, R. H. Op. Cit. 2000. Pág. 599 

23 IDEM, Pág. 601  

24 Caras y Caretas (año III, Nº 85)  

25 Ubicada en el barrio porteño de Caballito, esta institución funciona en la  actualidad como Escuela Técnica Nº 9 “Ingeniero Luis Huergo” y cuenta con las carreras

técnicas de Mecánica, Química, Construcciones y Electricidad con orientación en  Electrónica.  

26 Rivarola, H. C. “La acción del Doctor Norberto Pinero en la Enseñanza Industrial”.  Buenos Aires. 1952. Pág. 10 

27 IDEM. Pág. 15 

28 La enseñanza Técnica: Anales de la Facultad de Der echo y Ciencias Sociales.  Tomo II, tercera serie, 1911.  

29 Ver Capítulo 3  

30 Página Web Oficial de la Escuela:  

http://www.buenosaires.gov.ar/areas/educacion/escuelas/escuelas/media/tecnica/raggi o/default.htm

31 La Ing. Agrónoma Mónica Weisz se encuentra realizando una investigación  sobre la Historia de la Escuela Hicken. También se agradecen los aportes del Tec.  Profesor Roberto Fornos.